El terror de las chicas

Es una pena que, incluso hoy, haya que explicar que Jerry Lewis fue un cineasta único y excepcional, un maestro, el eslabón perdido entre la vieja tradición del slapstick y el cartoon y la comedia existencial, casi metafísica. Vaya uno a saber si Jerry, que era una persona muy leída y un discípulo del animador de la Warner vuelto director de accion en vivo Frank Tashlin alguna vez imaginó tales tradiciones: lo cierto es que cualquiera de sus films, donde una personalidad que se desdobla (el niño tímido, el hombre arrogante, cuyo ejemplo máximo fue El profesor chiflado) se ve doblemente alienada en el mundo. Y de allí nace la risa. El terror de las chicas es, sin dudas, su película más compleja y profunda, la más original. También es divertidísima, accesible de entrada al espectador, generosa en la cantidad de recursos puestos al servicio de la felicidad. Herbert es un joven que acaba de graduarse y descubre que su novia lo engaña. Huye de su pueblo (el pueblo más nervioso del universo conocido, donde un ruidito puede causar una catástrofe) en busca de alejarse de las chicas. Irónicamente, termina como asistente en una residencia para aspirantes a estrellas en Hollywood. Treinta chicas hermosas treinta en una literal casa de muñecas, un set -el más grande construido bajo techo hasta entonces- donde cada habitación carece de paredes y tiene un solo color. La audacia formal de Jerry estalla en formas musicales y en momentos de comicidad explosiva. El terror de las chicas debería ser una de las diez mejores películas del mundo. Probablemente lo sea.

La entrada es libre y gratuita para residentes argentinos. Reservas en Entradas BA.