Hubo muchos intentos de llevar la novela épico-fantástica de J.R.R. Tolkien a la pantalla. El escritor rechazaba la idea de los dibujos animados (su aversión a Disney, como se lee en sus Cartas, era visceral) y el proyecto más cercano a materializarse, con intervención del propio Tolkien, fue el de John Boorman. Más tarde, otros realizadores, como Steven Spielberg, mnifestaron su interés, pero en aquellos años setenta la tecnología no estaba a punto.
Tras la muerte de Tolkien, en 1973, el propietario de los derechos, Saul Saentz, decidió realizar una versión animada y contrató a Bakshi, quien empleó una técnica particular de rotoscopía -filmar actores para luego “calcarlos” como animación- con el fin de crear las secuencias más épicas y realistas de la película.
La película fue un éxito, pero no tanto como para realizar la continuación y el film sólo adapta la mitad de la obra (para el conocedor: termina con la batalla del Abismo de Helm). Pasaría un cuarto de siglo casi hasta que Peter Jackson pudiera llevar la historia completa al cine, ya con actores y tecnología de punta. Muchas de las soluciones narrativas que aplicó para ordenar la trama laberíntica y superpoblada de personajes provienen del film de Bakshi, todavía fascinante.
Entrada sin cargo para argentinos y residentes. Reservas en Entradas BA. Sujeto a capacidad de sala.
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