El joven Frankenstein

Mel Brooks es quizás el padre de la parodia cinematográfica, al menos moderna. Hijo del stand-up y de Broadway, amante del mundo del espectáculo, aún una figura mitológica y bien viva a sus 98', entre finales de los sesenta -con su opera prima Los Productores- hasta bien entrados los setenta, marcó el reloj de lo cómico en la pantalla grande. Es difícil decir cuál es la mejor película de ese período, pero por diversos elementos, seguramente

El joven Frankenstein sea la más querida de todas esas parodias que van de Locuras en el Oeste  hasta la injustamente olvidada La última locura de Mel Brooks. Aquí contó con un elenco de cómplices extraordinario: Gene Wilder como el nieto del infame Victor Von Frankenstein (“se pronuncia 'Fronkonsteen'”), el tremendo Marty Feldman como el ayudante de laboratorio Igor, jorobado (aunque la joroba cambia de lugar todo el tiempo), la sexy Teri Garr como Inga, la chica linda -y loca- de la película; el tremendo Peter Boyle como la Criatura (¡bailan 'Puttin in the Ritz' con Wilder!); la autoparódica Cloris Leachman como Frau Blucher (la mujer que espanta a los caballos), por ahí casi escondido un ciego inolvidable y confianzudo interpretado por Gene Hackman; un tremebundo Kenneth Mars como jefe de policía y, última pero no la última, Madeline Kahn, la novia de Frankenstein (perdón, “Fronkonsteen”) y capaz de llevar cierta voz cantante. Todo esto filmado con los atrezzos de laboratorio originales de la Frankenstein de James Whale (1935) y con réplicas inolvidables como “Podría ser peor, podría estar lloviendo”. Nada -pero nada- de terror en una comedia que además es más que la suma de sus chistes.

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