Hay un malentendido en el uso del término “suspenso” para definir un género del cine. El suspenso es una herramienta básica de cualquier narración: dejar suspendido, pendiente de resolución, algo para causar el interés -y no pocas veces, la angustia- del espectador. Sin embargo, una parte del cine que podemos definir como “criminal” (porque uno o varios crímenes lo motorizan) funcionan a través de las sofisticaciones del suspenso. El reino de Alfred Hitchcock, por cierto (que fue mucho más que el “maestro del suspenso”) pero que incluye a una gran cantidad de grandes realizadores, desde Jacques Tourneur hasta el hoy casi olvidado John M. Stahl, pasando por ese iconoclasta rebelde llamado Sam Fuller. De estos cuatro directores presentamos un conjunto de obras notables del género que van a mantener en el filo del asiento, hasta el final, al espectador, mientras en la pantalla se desenvuelve, imprevisible, el combate constante entre el bien y el mal.
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