Creación de una cartera de dividendos de acciones extranjeras durante un bloqueo
A principios de 2021, pocos podían prever las sorpresas que nos depararía el mercado bursátil. A pesar de los numerosos indicios de una inminente recesión, era imposible decir exactamente de dónde vendría el "cisne negro".
El mes de marzo, junto con la pandemia, trajo consigo un desplome de los mercados bursátiles y, casualmente, fue también el momento en que había acumulado ahorros que debían repartirse entre los activos.
Todo esto ocurría en un momento en el que los mercados estaban febriles, y una caída precipitada creaba pánico entre los inversores. Sí, todo el mundo recuerda perfectamente que hay que comprar en las caídas que tan seguro es exness y vender en las subidas. Pero esta vez la caída fue causada por graves problemas en la economía, no sólo de empresas individuales o países, sino de todo el mundo. Invertir en acciones entonces, y a largo plazo, daba un poco de miedo. Muchas empresas e incluso sectores enteros, como el turismo, la aviación, los servicios, el comercio minorista y las finanzas, entre otros, estaban literalmente al borde del colapso. Los Estados se enfrentaron a una dura elección: por un lado, no perjudicar la salud de sus ciudadanos, y por otro, salvar sus negocios. La incertidumbre sobre cómo salir de la recesión y reconstruir la economía mundial planteaba aún más dificultades.
El enfoque clásico para construir una cartera de dividendos consiste en seleccionar acciones de empresas que han pagado un dividendo constante durante diez años o más, con dividendos que crecen constantemente. También incluye requisitos como la capitalización, la rentabilidad del negocio, los márgenes, los beneficios por acción, el grado de diversificación del mercado y otros.
¿Cuál era la situación en el momento de construir la cartera? La caída de los ingresos en el segundo trimestre y una posible segunda pandemia en otoño podrían haber provocado un importante descenso de los beneficios, que se habría reflejado en los informes anuales. Unos resultados débiles y la posibilidad de un recorte de dividendos podrían desencadenar una nueva oleada de ventas. La combinación de estos factores podría reducir la rentabilidad de los dividendos a cero. Sin embargo, tenemos una bala de plata.
A la hora de seleccionar las empresas, me fijé principalmente en los sectores que funcionan bien en tiempos de crisis, como la atención sanitaria (HealthCare), los valores no cíclicos de la industria alimentaria y ligera y los servicios públicos. También tuve en cuenta el período siguiente a la recesión, la fase de recuperación. Allí, HealthCare y Utilities pierden atractivo frente a otros sectores como el tecnológico, el inmobiliario, los valores industriales cíclicos y los recursos y materiales básicos. Por lo tanto, tiene sentido considerar las acciones de estos sectores como una oportunidad de compra para el futuro. Si las acciones están cayendo ahora, estas empresas serán los motores de la cartera una vez que la crisis haya pasado.
Como resultado, se seleccionaron 38 empresas, cada una con un objetivo de inversión del 1% al 5% de la inversión total. La compra se realizó en mayo, cuando el mercado ya se estaba recuperando parcialmente, por lo que sólo se compraron 29 empresas.
Para 2019, se esperaba que la rentabilidad de los dividendos en los sectores seleccionados se situara en torno al 5%, sin cambios significativos respecto a periodos anteriores.
En cuanto a la rentabilidad del próximo año, las expectativas positivas se ven ligeramente ensombrecidas por la probabilidad de que los informes de 2020 sean débiles y una posible reducción de los dividendos. No obstante, existe un optimismo general sobre la cartera, ya que hay una gran diversificación entre sectores y empresas.
A principios de diciembre, ninguna de las empresas de la cartera había disminuido sus dividendos. Doce han realizado ya todos los pagos correspondientes a todo el año 2019, de los cuales once han aumentado los dividendos y sólo uno los ha disminuido en un 0,1%. El resto de las empresas informan de que el último pago de dividendos está previsto para diciembre de 2020 o enero de 2021.
La selección de emisores en tiempos de crisis no es tan sencilla como puede parecer a primera vista, y el principio de "bajar, tomar" no siempre está justificado. Debe prestarse especial atención a la solvencia del emisor. La cantidad de deuda puede jugar un papel fatal en una crisis. El máximo riesgo que asume el inversor es la quiebra o la ruina de la empresa. Por lo tanto, lo que hay que evaluar es la relación entre el beneficio y la deuda.
La diversificación de activos requiere la asignación de fondos entre acciones de varias docenas de empresas. Para simplificar su selección, se pueden utilizar métodos rápidos, de los que hablaremos en los siguientes artículos.